Sobre el sofá de casa, una mañana, en Asturias, June permanece atenta, yo le hago tonterías y le digo palabras absurdas y cacofónicas, llenas de pareados asonantes y algún calambur.
Su efecto primero es de asombro, de preguntarse quién tiene delante, quién es ese ser tan raro que a la vez que dice cosas raras, me apunta con una caja negra que de vez en cuando hace click.
Tras el asombro sonríe como una posesa, sonríe con su boca abierta y sin dentar, como una viejecita simpática, como una niña risueña. Me contagia y juntos nos reímos.
Pero tal vez, mi risa no le ha hecho gracia, mueve las manos con vigor inusitado y saca la lengua, algo puede suceder bien pronto.
Efectivamente, ya está harta de esa situación y me pone esos morritos que pone a veces y que me hacen tanta gracia, me río y se enfada más, detrás de los morritos vendrá el llanto, así que la cojo cuanto antes en brazos. Sea con risa o con morritos me encantas hija.
09/08/2011
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