miércoles, 14 de septiembre de 2011

Ni un poquito de azúcar



El embarazo de Ana fue un auténtico camino de pruebas y calvarios, pasados los sangrados, hemorragias internas y encarcelamiento en cama de meses, durante el quinto mes parecía que todo pintaba un poco mejor, pero sólo parecía. Tocaba hacerse la prueba de la glucosa, beber un líquido, nada gustoso y bastante asqueroso, y luego sacarse sangre, salió positivo, así que había que hacerse la prueba larga de la glucosa, que consistía en seguir bebiendo ese líquido desagradable, pero ahora, había que sacarse sangre durante cuatro o cinco veces en esa mañana para comprobar como asimilaba la analítica el azúcar, salió positivo. Nos tocó ir a la endocrina, le entregó un cuaderno, y un medidor de azúcar en sangre y le indicó que se tenía que poner a dieta y volver para comprobar las mediciones.


Así que después de tantos calvarios le tocaba pasar por uno más, no desayunar lo que quería, no comer lo que quería, no cenar lo que quería. Pero como no hay mal que por bien no venga nos pusimos los dos a dieta, y comenzó a anotar en su cuaderno los valores que le iban dando y volvió al tiempo a la endocrina, y no salió bien, tenía que pincharse insulina. Una vez más el círculo se cerraba, todo empezó con pinchazos, y todo parecía que terminaría con pinchazos. Así le tocó el final del embarazo, entre desayunar dieta, comer dieta, cenar dieta, pincharse insulina y medirse a cada momento para anotar en su libreta los valores. Todo sin azúcar y sin hidratos de carbono, y dentro June pidiendo un poco de gotxua por favor.

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