miércoles, 28 de septiembre de 2011

Hace ya un año 01



El 21 de septiembre del año pasado, tras recibir por fin después de vacaciones el informe médico del Salud, de Ana, decidimos dar un paso hacia adelante que ya teníamos pensado, intentar una tercera FIV en la clínica privada. Nos veíamos obligados a ello tras estar en la Seguridad Social apuntados desde comienzos del 2000, y que nos llamaran en el 2005. De los médicos queja ninguna, del sistema sí, empezaron haciéndonos cuatro inseminaciones, que no resultaron positivas pero como las alargan en el tiempo, éste pasa y pasa, hasta que llega la siguiente prueba, de esta forma al finalizar la segunda FIV en el 2010 nos dijeron que por edad ya no se podía hacer ninguna más, aunque el médico muy amablemente dijo que él lo intentaría.

Llenó de esperanza un vacío que se nos quedó en aquella visita al médico, un vacío de incomprensión e ignorancia, toda la sociedad sabe que cada vez se retrasan más los embarazos y se tienen en edades consideradas "mayores" para otros tiempos, y sin embargo la fecundación asistida se acaba en la Seguridad Social a los 40 años. La gente que tomamos estos caminos no los tomamos por gusto, ni para perder el tiempo, es por suerte una vía que nos da la ciencia de seguir soñando y que nadie sensato se atrevería a poner en fecha más allá de lo que pueda decir un médico.


Superado aquel impacto y con el informe en la mano, fuimos a preguntar e informarnos a la Clínica Aisa,  anteriormente ya habíamos estado en alguna otra y el trato personal nos pareció importantísimo, en la Quirón desde el momento en el que entramos sólo nos parecía que hablaban de dinero, pero nosotros no habíamos ido al banco, habíamos ido a querer tener un niño. En la Clínica Aisa el trato fue muy distinto, amables pero sin ser empalagosos, y con un médico sincero y hablando únicamente de nuestra dificultad, lo del dinero te lo explica otra persona, que está muy bien, ya que el médico se dedica a lo suyo y no a negociar precios por vidas.


Nos dieron todo el papeleo y los consentimientos que teníamos que dar, ya estábamos acostumbrados pero por un poco de información más no pasa nada. Ana estaba ilusionada, después de tantos intentos fallidos parecía mentira que tuviera tanta fuerza, ella y sólo ella sabía el camino que le esperaba.


El 22 de septiembre de 2010 les llevamos los análisis de ambos, para comprobar cualquier posible idea del motivo de nuestra infertilidad, todo estaba normal, y de paso nos hicimos una revisión para saber que tal estábamos por dentro.


Le plantearon un protocolo de estimulación potente, cierto es que al haber pasado los dos anteriores y comprobando como habían sido sus ovulaciones, en el tercer intento es mucho más fácil concretar la dosis a aplicar, dosis que son inyecciones un poquito dolorosas en la zona de la barriga, Ana que antes sentía aprensión por las agujas había tenido que domar su miedo por un buen fin. Allí comenzó su tratamiento, con miedos y alegrías, queriendo hacerlo todo a la perfección para evitar posibles errores, todos los días a la misma hora y con un poquito de dolor por el pinchazo, Ana y yo, empezábamos a soñar.

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