martes, 7 de mayo de 2013

Nacimiento de Naia 02: Pruebas y paciencia



Una vez superadas las primeras horas de emoción y vértigo que se generan alrededor de un test de embarazo positivo, tocaba empezar a cruzar los dedos y volver a una rutina nerviosa de visitas al médico, pruebas, ecografías y análisis, en todos los nervios inevitables a que no se llegase al final de un camino que nos esperanzaba como pocos.


Volvimos a la consulta de Jorge Iranzo, que permanecía igual que la última vez que lo vimos con el embarazo de June y nos dejaba en el aire el plazo en el que debíamos de someternos para la siguiente fecundación in vitro, por suerte, Naia se abría paso sin esperar al destino.


Las primeras ecografías de los tres primeros meses eran de auténtico pavor, por edad las probabilidades de que se malograra el embarazo eran muy altas, pero luchábamos contra todas nuestras fuerzas por darle un giro al destino. Sentir ese latido que la pantalla negra rebotaba con un eco enorme del corazón de Naia era una sensación muy difícil de superar.


Peso, tensión y otros controles se sumaban a la visita con Jorge. Salíamos con una emoción irremplazable, cargados de ilusión y conteniendo por la razón y la prudencia todas las sensaciones que nos nacían por dentro. Lo de menos era el sexo y los detalles anecdóticos, sólo saber que todo iba bien, que Naia no tenía problemas, bastaba para consolar nuestra impaciencia.


Pronto empezaron los análisis de sangre y los valores de Ana iban un poco para abajo, las fuerzas se debilitaban y el hierro había que tomarlo en cantidades industriales. Mirábamos los papeles, buscando problemas con la diabetes gestacional tal y como nos había pasado con June, pero por suerte durante los primeros meses todo se mantenía dentro de los márgenes aceptables. Todavía quedaba mucho camino y cada visita al médico era algo más que una reválida.

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