Sin ella, cualquier tarde de invierno sería mucho más aburrida, más monótona. Como quien no quiere la cosa a June no se le ocurrió otra cosa que ponerse mis zapatillas, y por supuesto, no dude en ayudarla. Ella no hacía más que intentar andar de lado a lado, pero los pasos no aguantaban mucho sin que se le salieran en cualquier momento.
Así que tocaba pararse y volver a colocárselas, en nada, la aventura volvía a comenzar.
June no se cortaba a la hora de hacernos su gesto característico, diciéndonos: ¡Noooooo…!
06/12/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario