martes, 28 de mayo de 2013

Primer día, día de San Prudencio



El segundo día de vida de June amanecía con un color diferente, la habitación no había cambiado, el cansancio acumulado continuaba y las llamadas seguían en el móvil como un goteo diario. Mientras en Vitoria, tíos y primos disfrutaban del día festivo de San Prudencio que amanecía con lluvia y caracoles a partes iguales. Para nosotros el color de Naia lo iluminaba todo.


Por la mañana nos la traían lavada, aseada y con ropa nueva. Era todo un disfrute mirarla de nuevo sin la oscuridad de la noche. Por momentos iba cambiando poco a poco. Nos dijeron que tenía un poco de color amarillo y que era bueno que le diera el sol, así que aprovechábamos los primeros rayos que se colaban por la ventana para dirigirlos sobre su cuerpo.


Era tan pequeña y frágil que daba hasta cosa mirarla, nos quedábamos embobados contemplando a la recién llegada a la familia. Mientras la mirábamos nos acordábamos de su hermana y de cómo se habría levantado y desayunado, la echábamos mucho de menos, pero estaba en buenas manos.


Casi como las de su hermana que a pesar de ser tan pequeña, las tenía perfectamente formadas, como las de un adulto en pequeñito. Las tenía bien cerradas y si por casualidad dejabas un dedo cerca lo agarraba con fuerza, como si no fuera a soltarlo nunca.


Parecía que tenía más pelo que su hermana al nacer, y más oscuro. Atendía rápidamente a cualquier estímulo y buscaba entre las voces nuevas que oía y que le traían recuerdos de ecos lejanos que se escuchaban desde su refugio interior de hacía pocos días.


Ahí estábamos, empezando un nuevo día, fresco y lluvioso, pero que no nos impedía celebrarlo por Naia y por San Prudencio, despacito y bien como los buenos caracoles.

28/05/2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...