Era una tarde cualquiera, tan vulgar o tan divertida como tantas otras. Detrás de las ventanas la tarde temprana se teñía de oscuridad, haciéndonos dudar del momento en el que habría que empezar a poner las luces. June improvisadamente cogió su bufanda y su gorro que estaban guardados en una silla del regreso de la mañana, y se los colocó a su manera, sin ayuda y con mucho estilo. Se vino hacia nosotros para que la viéramos. Si era una indirecta para salir a la calle, la cosa estaba muy complicada.
June se tronchaba y se tiraba por el sofá, se ajustaba su gorro y todo lo que hacía era muy gracioso.
Venía hacia nosotros para que la viéramos, sabía que estaba haciendo algo que nos provocaba mucha risa, y ella desde luego lo disfrutaba también.
De repente se cansó del gorro, se lo quitó bruscamente y lo tiró al suelo. Su pelo se había quedado alborotado sobre su frente, pero estaba tremendamente divertida y graciosa. Las fotos las saqué precipitadamente con el móvil y la poca luz que había en la estancia y su flash, que da para lo que da, hizo que las fotos no fueran las mejores del mundo, pero el momento fue irrepetible.
27/11/2012
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