June por fin volvió a quedarse un poco tranquila, un nuevo trozo de pan en la mano, su cuerpo sobre la mesa del comedor y su abuela custodiándola a su lado y sin perder detalle de su nieta.
Era para verlas a las dos, la una se reía y la otra le hablaba queriendo poner una banda sonora de palabras a cada movimiento, a cada gesto a cada suspiro. Sus sonrisas eran un coro generacional, June las empezaba y su abuela las terminaba.
Los primeros bostezos comenzaban y un poco de esperanza se dibujaba en nosotros, tal vez ahora ya se fuera a dormir. Cualquiera le decía a su abuela que no le diera conversación, era mejor mirarlas.
21/12/2012
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