viernes, 17 de mayo de 2013

Nacimiento de Naia 10: El encuentro



Uno de los momentos más importantes del nacimiento de Naia era el encuentro de las dos hermanas, y no lo hicimos esperar. A las tres de la tarde, después de que June comió, la trajeron los abuelos al hospital. Parecía mentira que esa misma mañana, temprano, habíamos salido nosotros de casa camino del hospital y ahora ya éramos uno más y estábamos toda la familia juntos.


Daba gusto ver a mis tres chicas juntas, June se sentó sobre la cama de su madre, bien cerca, con un poco de respeto por los goteros y las tiritas. Miraba a su hermana con una felicidad contenida, entendió a la primera que esa era su hermana, la que durante tanto tiempo había estado dentro la tripa de su madre, y estaba feliz, éramos una familia donde todos estábamos viviendo un momento de gran felicidad.


June miraba a su hermana, se fijaba en sus manitas y se creía que tenían pupa por vérselas oscuras. La tocaba sin darse cuenta de su fragilidad, pero no lo podía evitar, era su hermanita, su tata que dice ella, y ya estaba en casa.


El teléfono no paraba de sonar, poco a poco se iban enterando todos, hermanos, familia y amigos se apresuraban a llamar para dar la enhorabuena.


Pasado el momento inicial se quiso hacer cargo de la nueva habitación en la que estaba su madre, la recorrió entera y escudriñó entre los paquetes y bolsas que tenía su hermana debajo del nido, cogió unos pañuelos y pese a que le dijimos que los dejase se lió con ellos.


Y efectivamente, June se puso a jugar con los pañuelos sin hacernos caso, y después de la alegría…


…llega la pena, le tuvimos que quitar los pañuelos y June empezó a poner su carita de morros, estaba preciosa, para comérsela. Su madre intentaba descansar un poco y con razón, tan solo hacía unas pocas horas que había salido del quirófano.


Mientras June sacaba sus nervios por algún sitio, el recuerdo del encuentro se hizo maravilloso.



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