viernes, 11 de octubre de 2013

Baño e hipopótamos



El momento del baño con June siempre es un momento muy especial, aparte de la bendición que supone poderle retirar una suciedad que acumula de una forma desconocida, es el momento de comprobar todas las heridas de guerra que comporta en su cuerpo, arañazos y un montón de moratones por las piernas de los que no se queja, pero que evidencian batallas y juegos en la guardería.


Le gusta el agua, pero sin mucho brío, eso de soltarle el agua directamente con la alcachofa del baño no es lo suyo, prefiere la caída suave de una esponja estrujada, aunque le cabrea mucho que le caiga el agua por los ojos, parece mentira con las pestañas que tiene.


Sus hipopótamo, ovejita y elefante no pueden faltar en la ducha. Yo los aprieto sobre el agua, hasta que los lleno de la misma, maliciosamente lo pongo sobre su cara o cuerpo, y cuando está atenta y mirando aprieto con fuerza para que un chorro de agua le caiga directamente. Al principio se enfurruña un poco, luego se rie y finalmente acaba pidiéndome más.


Pero mientras yo continúo con la esponja restregando en todos los sitios que puedo, más concretamente en los que su madre me preguntará luego, como por ejemplo detrás de las orejas, uno de los lugares más desconocidos del cuerpo humano, June intenta llenar sus muñecos de agua y los aprieta luego con fuerza, pero sin mucho éxito, así que de vez en cuando tengo volver a hacerle la travesura de nuevo.


Así damos por finalizado al baño, que siempre concluye haciendo la lavadora con su albornoz, que no es otra cosa que restregar su pelo con la capucha centrifugándolo como si fuera una lechuga, para dejarlo lo más seco posible. Baño e hipopótamos, se puede pedir más.

02/05/2013

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