sábado, 19 de octubre de 2013

Regalo de Reyes con retraso I



Un año más y en algo que ya se va convirtiendo en habitual, el regalo de Reyes de June llegó, ni más ni menos, que en febrero. Os podría contar mil excusas, pero la única verdadera fue el tiempo y la pereza que daba visitar un centro comercial en pleno proceso navideño. Así que a primeros de febrero me marché en busca de su regalo y le sentó como la novedad más maravillosa del mundo, como si cumpliera años dos veces.


En el momento que se levantó la llevamos a nuestra habitación y allí se encontró algo con un papel de regalo enorme. No dudó que era para ella, nada más verlo se lanzó sobre él con sus ojos de ingenuidad intentando descubrir que podía ser.


Tiraba papeles por un lado y por otro, pero el juguete pesaba y no podía con él. Se me quedó mirando pidiéndome ayuda, increpándome para que dejara la cámara y la ayudara. Sus deseos eran órdenes.


Era un cubo con piezas para hacer construcciones, el mismo que tenía su primo Daniel en casa de los abuelos y con el que June le encantaba jugar, por lo que le gustaba y por hacer rabiar a su primo quitándole los juguetes. Nada más abrirlo ya empezó con sus manías, no preguntéis por qué, pero le encantan las fichas azules, nadie se las puede tocar.


Así que la primera emoción consistió en buscar las piezas que le gustaban. Era un regalo cuya excusa era para que jugara June, pero no ocultaré que la envidia que yo tenía de no haber tenido uno de pequeño era grande. Auguraba grandes momentos jugando juntos y montando cosas.


Mientras su madre descansaba, tenía que cuidarse en estos últimos meses, yo me puse manos a la obra. June seguía a los suyo, me miraba con asombro disfrutando como todo iba para arriba. Pero tan sólo miraba y se dedicaba a recopilar las fichas que no podía usar.


Poco a poco todo iba creciendo, mi obsesión que no quedara ni una sola ficha sin colocar, la de June en que no le cogiera ni una sola de las fichas y una mirada muy sospechosa hacia la estructura.


De vez en cuando me abandonaba y se iba con su madre a acompañarla en la cama. Después de un rato, se había podido comprobar una realidad, el regalo había sido más para el padre que para la hija, al menos en el primer día.


Finalmente aquí está la estructura que quedó y como podréis observar a unas fichas de un color que no pude usar, cualquiera se las quitaba. Lo mejor llegó cuando le dije que lo podíamos tirar, se le cambió la cara y una sonrisa maligna se dibujo en ella. El final os lo podéis imaginar.

03/02/2013

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