sábado, 19 de octubre de 2013

Día de jardín



Por fin en el mes de mayo aparecía un día en el que el viento daba un poco de tregua y la lluvia no hacía acto de presencia. Todos esos males los había retirado un sol que se afianzaba con fuerza en los tejados por la mañana. Tocaba arreglar el jardín después de un crecimiento desmesurado por las últimas lluvias de abril. June estaba encantada con las hojas y las plantas. disfrutó de una mañana como pocas.


Cogía unas hierbas y se dedicó a ponerlas en la tumbona sobre la que previamente ya había dado unos cuantos saltos y brincos eliminando toda la suciedad que tenía e incorporándolas a su pijama mañanero. Colocaba con cuidado las hierbas sobre la silla como si el orden en el caos tuviera algo de sentido.


Corría de un lado a otro con su lengua fuera y con prisas provocadas, todo le parecía nuevo, su mente infantil apenas podía recordar el jardín desde el verano pasado. Aún así la hierba le daba un poco de respeto al principio, pisar esa textura diferente le daba de momento un poco de respeto.


Hasta que lo perdió. Se adentró en el jardín y se acercaba a las rosas incipientes y a las hiedras que trepaban sobre las madreselvas. En el granado las primeras flores ya se intuían. La primavera parecía que de repente refulgía con energía recordándonos que pronto llegaría el verano.


Allí estábamos los dos, yo sudoroso después de un jardín que había dejado un poco descuidado, y June feliz haciendo la peonza de un lado a otro. El sol seguía tomando posiciones en el cielo y por suerte los mosquitos y las moscas todavía no habían despertado. La mañana era maravillosa.


Después de acabada la faena tocaba vestirse y salir a dar una vuelta para aprovechar un día en el que Naia perseguía a su madre en busca de calor y pecho, y June disfrutaba de un sol que le hacía la cara todavía más bonita.

04/05/2013

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