Los fríos de febrero habían pasado factura a June y para cuando nos quisimos dar cuenta ya tenía una tos de perro que asustaba a cualquiera, ella, valiente como siempre lo llevaba con alegría. Le tocaba tomar el ventolín y para June era todo un juego, preparar todas las piezas le encantaba y hacía mucho más fácil lo que ya daba apuro de por sí.
Mientras su madre intentaba descansar y le costaba mucho más que a June descubrir cómo funcionaba el invento. Por suerte le duró poco tiempo el catarro.
19/02/2013
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