Desde que somos cuatro, algunas noches no son noches. Para Naia sus horarios de comida son los que son y a última hora, o primera hora de la mañana según se mire, aprovechando mis madrugadas pasa a ocupar mi sitio en la cama. Para June hay noches que después de tomar un biberón no se quiere quedar dormida y quiere compartir también la cama con su madre. Para Ana, su madre, no hay opción.
Las miraba y me quedaba encandilado con ellas. June pasaba una mano por encima de su hermana que parecía que la aguantaba de aquella manera, pero las tres se tocaban y se sentían bien cercanas.
Allí descansaban las tres y daba gusto verlas. Mientras el sol ya entraba por la ventana y aunque era hora de despertarse, sus cuerpos difícilmente querían abandonar el sueño que se habían perdido durante la noche.
Mirándolas, de repente June retiró el brazo de su hermana y dibujó una sonrisa en su cara. Naia se quedo agarrada a su brazo como si fueran dos hermanas que salían de paseo. Estaban encamadas, pero no las hubiera despertado nunca.
08/05/2013
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